Salamanca
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HUERTO DE CALIXTO Y MELIBEA

35 minutos
Detrás de las catedrales de Salamanca y sobre el adarve de la antigua muralla, se oculta el Huerto de Calixto y Melibea, un rincón de historia, literatura y naturaleza. Su nombre remite a los célebres amantes de La Celestina, la obra inmortal de Fernando de Rojas, cuya leyenda sitúa en este lugar el escenario de sus furtivos encuentros. A la entrada, una escultura de Agustín Casillas rinde homenaje a la figura de la vieja alcahueta, símbolo de la intriga y el engaño. El espacio fue adquirido por el Ayuntamiento en 1981 y transformado en jardín público, convirtiéndose en un oasis de exuberante vegetación, un islote de verdor que emerge en medio del mar de piedra del casco histórico salmantino. Es un lugar que invita al paseo tranquilo, a la lectura pausada o simplemente a dejarse envolver por la atmósfera íntima que emana del huerto. Desde sus dos miradores se contemplan vistas privilegiadas de las catedrales y del cercano convento de San Esteban.
Situado detrás de las Catedrales, se llega hasta él a través de la Calle del Arcediano, una calle que hasta no hace muchos años conservaba su tipismo y sus casas blasonadas. Antes de acceder al huerto, se recomienda detenerse un momento y contemplar una de las estampas más impresionantes de la ciudad. Frente nosotros se encuentra el ábside románico de la Catedral Vieja, coronada por la singular Torre del Gallo. A su lado se alzan la torre campanario y la imponente cúpula de la Catedral Nueva. Un espectáculo arquitectónico único que alcanza su máxima belleza al caer la noche, cuando la iluminación realza cada detalle y envuelve el conjunto en una atmósfera mágica.

A la entrada del Huerto, tras la reja que queda a mano izquierda, se encuentra un busto de Celestina, obra del escultor salmantino Agustín Casillas. Al lado contrario se encuentra la Casa de la Calera, convertida en albergue para los peregrinos que recorren la Vía de la Plata en dirección a Santiago de Compostela.

Traspasar la puerta través del arco de medio punto es entrar en un vergel. El Huerto de Calixto y Melibea cuenta con más de dos mil metros cuadrados de frutales, plantas aromáticas y arbustos. El huerto tiene un pozo con brocal de granito, una fuente y pérgolas que ofrecen sombra y frescor durante los cálidos veranos salmantinos. Este rincón cobra vida con la presencia de estudiantes, enamorados que dejan candados en el pozo como testimonio de su amor eterno y visitantes que se acercan atraídos por la romántica leyenda de Calixto y Melibea, cuyo eco aún parece resonar entre los árboles y rincones del jardín.

El Huerto se emplaza sobre la antigua muralla, su altura ofrece unas magníficas vistas de la catedral. Son muchos los salmantinos y turistas que se acercan a este lugar para disfrutar del atardecer, cuando la luz dorada acaricia las piedras centenarias. Por la noche, con la ciudad iluminada el espectáculo es grandioso. Es un lugar ideal para pasear, leer o simplemente dejarse llevar por la atmósfera mágica que evoca la obra literaria que da nombre a este jardín.
En lo alto de la antigua muralla y a espaldas de las majestuosas catedrales de Salamanca, se esconde un rincón único donde se entrelazan historia, literatura y naturaleza: el Huerto de Calixto y Melibea. Este jardín romántico debe su nombre a los protagonistas de La Celestina, la célebre obra de Fernando de Rojas, quien fuera estudiante de la Universidad salmantina en el siglo XV.La ciudad conserva dos enclaves vinculados a esta obra literaria: la Peña Celestina, al oeste del Teso de las Catedrales, donde según la tradición vivía la vieja alcahueta, y este huerto, donde la tradición sitúa el jardín del palacio del padre de Melibea, escenario de los encuentros amorosos de los jóvenes protagonistas.

El acceso al Huerto de Calixto y Melibea se realiza desde el Patio Chico, a través de la tranquila Calle del Arcediano. Este estrecho pasaje nos conduce hasta un antiguo muro de piedra, donde se abre una puerta con arco de medio punto y grandes dovelas sobre la que capean los escudos de Alonso de Paradinas, Arcediano de Ledesma y obispo de Ciudad Rodrigo. Alonso de Paradinas fue estudiante en el Colegio de San Bartolomé; allí copió el ejemplar del Libro del Buen Amor que hoy se conserva en la Biblioteca Histórica de la Universidad. Paradinas pasó muchos años de su vida en Roma, donde manda construir la Iglesia y hospital de Santiago, considerado el primer edificio renacentista construido en Roma. Sobre la puerta de esta iglesia campea el mismo escudo que aquí vemos. Hoy, aparte de la puerta blasonada, el pozo y un aljibe, apenas queda nada del palacio que aquí existió, pero no es difícil imaginar un palacio tardomedieval con su altiva torre dominando la ciudad.

El amplio solar que se extiende desde la puerta hasta la muralla, en el tramo comprendido entre la Casa de Lis y la Puerta de San Polo, hoy está ocupado por un frondoso jardín cuyo mirador es el adarve de la muralla medieval, con unas vistas increíbles del Convento de San Esteba y de la Catedral.

En 1981 fue adquirido por el ayuntamiento que después de una cuidada intervención lo convirtió en un jardín público. En la rehabilitación se combinaron los elementos ya existentes, tanto vegetación como arquitectura, con otros nuevos para convertirlo en huerto de flor con connotaciones románticas. El huerto se amplió en 1992, cuando el ayuntamiento adquirió el solar colindante, conocido como el Jardín de El Visir por el apodo del propietario.
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